domingo, 7 de febrero de 2010


Beato Teodor Romzha (*)




Giampaolo Mattei










Icono del beato Teodor Romzha




Un joven obispo asesinado a la edad de 36 años. Teodor Romzha —cuya causa de canonización fue introducida el 8 de noviembre de 1997— es uno de la multitud de testigos de la fe que pagaron con sus vidas por su fidelidad a Cristo y a la Iglesia durante el sangriento siglo veinte y fueron víctimas de las ideologías insanas que buscaron en formas violentas y engañosas erradicar la fe de la historia europea.

La region carpática de Ucrania fue el escenario de eventos dramáticos en el último siglo. Hasta 1918 el área pertenecía al Imperio Austro-Húngaro. Luego se convirtió en parte de Checoslovaquia hasta que esta también cayó bajo la bota de Stalin en 1944. La Iglesia Greco-Católica en Transcarpacia fue implacablemente perseguida y en 1949 fue suprimida oficialmente.

El joven obispo de rito bizantino de Mukachevo, Teodor Romzha, se encontró viviendo en un periodo crítico. Inmediatamente antes de la llegada de la Armada Roja, escribió: “La frontera entre Uzhorod y la Unión Soviética está sólo a 60 kilómetros de distancia... Lo que será, será. Mi objetivo es hacer mi trabajo apostólico precisamente en medio de ellos. No tengo intención de huir... Por otro lado, no sería oprobio si estuvieran por asesinarme. Morir por Cristo es vivir por la eternidad”.

Cuando la Armada Roja llegó a Uzhorod, el obispo recibió una cortés vista del comandante, quien lo “tranquilizó” respecto al futuro e incluso lo invitó a hablar en las celebraciones por el aniversario de la Revolución Rusa. El texto del obispo fue obviamente prudente: dio gracias a Dios por el fin de la guerra y exhortó al pueblo a rezar por una paz estable y duradera. Los soviéticos sin embargo estaban insatisfechos y tuvieron una versión alterada de su discurso publicada en los periódicos. Este fue el visto bueno para la persecución sistemática. Las iglesias fueron ocupadas y asignadas a los ortodoxos. Los sacerdotes fueron arrestados. Al obispo Romzha se le solicitó hacer una declaración de apoyo al régimen. Se negó y fue citado por los generales Petrov y Mechlis a responder por sus acciones. Mechlis, quien representaba al Poder soviético, le gritó en la cara que ahora era el momento de romper con el Papa. Romzha respondió firmemente: “no”.

Dos leyes fueron sancionadas: una sobre la libertad de cambiar religión sin formalidades, y otra sobre la confiscación de la propiedad parroquial católica. Romzha intentó evitar la situación de deterioro, pero desde que incluso hablar con sacerdotes se fue volviendo más y más difícil para él, emprendió en caballo y carreta una vista pastoral general que duró más de un mes.

La situación no era sencilla. Los soviéticos trataron convencer a ciertos sacerdotes de dejarse ser arbitrariamente nombrados obispos bajo condición de que colaboren. Recibieron sólo negativas desdeñosas. El 29 de Junio de 1945 la Ucrania carpática fue anexada a la Unión Soviética. La situación se deterioró. Pero más el régimen afianzaba su dominio, más el obispo Romzha insistió en sus misiones pastorales. El colmo fue la celebración de la Asunción a la que asistieron 83.000 peregrinos. Sólo 3.000 eran ortodoxos; los demás eran católicos. Esto fue demasiado, y los soviéticos no lo toleraron: decidieron emboscar al obispo cuando estaba regresando de una de sus visitas pastorales.

El relato de su asesinato se lee como el guión de un filme de horror clase B. El 27 de octubre de 1947 el Obispo estaba regresando desde Lavki, donde había consagrado una iglesia. Estaba acompañado por dos sacerdotes y dos seminaristas. En el camino entre Cereivitsi e Ivanovtsi, un camión lleno de soldados y policía avanzó hasta el carruaje a alta velocidad, con la intención obvia de atropellarlo y hacer pasar la muerte del obispo como un accidente. Los caballos murieron instantáneamente. El carruaje fue destruido en pedazos. Pero Romzha y sus compañeros sobrevivieron al accidente ilesos. Entonces los soldados, armados con barras de hierro, procuraron terminar la labor: permanecieron golpeándolos hasta dejarlos inconscientes y luego los dejaron por muertos. Algunos viajeros fueron luego en su rescate y los llevaron en muy serias condiciones al hospital de Mukachevo. Los sacerdotes y seminaristas fueron dados de alta luego de un tiempo, pero el obispo Romzha permaneció en la sala del hospital dado que sus heridas eran más serias.

A medida que los días pasaban su condición mejoraba. Mas las hermanas basilianas que estaban asistiéndolo fueron repentinamente despedidas y reemplazadas con una “confiable” enfermera del régimen. Fue ella quien le dio el coup de grâce el 1 de noviembre de 1947 envenenándolo con gas. Murió diciendo: “Oh, Jesús...”.

En un corto tiempo quedaba casi nada de la Iglesia Ucrania. Cinco diócesis, 10 obispos, 3.500 sacerdotes, 1000 religiosas y 500 seminaristas, junto con los colegios, periódicos y editoriales se perdieron en la nada. Cuatro millones de fieles fueron privados de sacerdotes.

Teodor Romzha llevó a cabo una intensa misión durante 36 años. Nació en 1911 en Veliky Bychkiv, Transcarpacia. Creció en la compleja realidad de esa tierra. Nacido en Hungría, se hizo ciudadano checoslovaco y murió bajo el régimen soviético. Decía que el nombre de su patria había cambiado al menos cinco veces.

Luego de estudiar en el colegio secundario de Chust desde 1922 a 1930, fue enviado al Pontificio Colegio Germano-Húngaro en Roma a estudiar en la Pontificia Universidad Gregoriana. El 7 de Septiembre de 1934 fue trasladado al Russicum, mientras continuaba sus estudios en la Gregoriana. Fue ordenado sacerdote por el obispo Evreinov en el día de Navidad de 1936 en la Basílica de Santa María la Mayor.

En el Pontificio Colegio Germano-Húngaro “cambió lugares”, prácticamente hablando, con Alojzije Stepinac, otro sacerdote perseguido y mártir. Stepinac había ido a Roma en 1924, fue ordenado sacerdote el 26 de octubre de 1930 y celebró Santa Misa en Santa María la Mayor el día de Todos los Santos. Luego de completar sus estudios, Stepinac retornó a Croacia en Julio de 1931.

Teodor Romzha también regresó a casa luego de completar sus estudios y esperaba poder retornar a Roma para seguir estudiando. En 1937 fue reclutado en el servicio militar en Praga, ya que la Eparquía de Mukachevo estaba localizada en Checoslovaquia. Luego de la experiencia en varias parroquias transcarpáticas fue designado director espiritual en el seminario y profesor de filosofía. El 24 de septiembre de 1944 fue consagrado obispo en la catedral de Uzhorod por el Administrador Apostólico, Miklos Dudas. El obispo de rito latino Janos Settler de Satu Mare, y el obispo Itsvan Madaras de Kosice fueron ordenados con él. Su misión episcopal comenzó en ese momento: tres años en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.


(*) El título original del artículo es “The Servant of God Bishop Theodore Romzha”, ya que fue escrito antes de su beatificación por S.S. Juan Pablo II, en junio de 2001.



Tomado de L’Osservatore Romano. Edición semanal en inglés del 7 de Febrero de 2001, pág. 8. Traducción de Martín E. Peñalva.

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